El patrimonio nos ofrece una forma de interpelar al presente. Registrarlo, valorarlo e intervenirlo son actos que pueden asumir una mirada crítica, volcados hacia un futuro en el que la conservación y la reutilización desplazan a la destrucción y la expansión como formas de constatarnos como sociedad. El proyecto –arquitectónico, urbano y paisajístico– se entiende aquí como el vehículo para esas miradas.